viernes, 23 de diciembre de 2016

Sobre la Poesía: El Horror a los Bardos


El Horror a los Bardos

Hay obras para ser leídas y obras para ser oídas... aunque sea con la voz de uno mismo. Esto es especialmente cierto en dos géneros, el cuento y la poesía.

Ya el término "cuento" nos indica que la obra ha de "ser contada", no leída para uno mismo. Son los cuentos narraciones cortas que buscan introducir en la mente de quien los recibe (no diré "lee") una idea o concepto concreto o un estado de ánimo determinado.

La poesía, por otro lado, ha sufrido una gran evolución desde sus inicios, que no era sino una manera de conformar una historia (un "cuento") de un modo que fuera fácilmente recordable y memorizable para poder ser repetido ante diferentes audiencias con facilidad (nos remontamos así a un momento anterior a la escritura, o al menos a la literatura escrita en sentido amplio). 

Las vías para facilitar la memorización de las obras denominadas poéticas siguieron, en un principio dos formas, la rima y el ritmo. Durante mucho tiempo se consideró a la rima como la parte más importante de la poesía, considerándose que "sin rima no hay poesía" y no fue hasta la popularización de formas "modernas" de poesía como los versos libres y los versos blancos que el ritmo no tomo consciencia en la mente del pueblo (la masa popular) como un valor de la poesía en sí mismo.

Como dije "hay obras para ser leídas y obras para ser oídas", y parece que a día de hoy en nuestra sociedad sólo se lee para una audiencia en los templos en ceremonias religiosas, arengas político-sociales, y a los niños antes de dormir, siendo esta, muy posiblemente, la forma más pura de la herencia de los antiguos contadores de historias, tradición esta que ha sido mayormente substituida por las veladas de cómicos, acaso herederos de los "romances de ciegos" de otras épocas.

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